segunda-feira, 2 de setembro de 2019

O AMANTE DAS AMAZONAS, DE ROGEL SAMUEL, GANHA TRADUÇÃO PARA O ESPANHOL


Isaac Melo 
A importante obra do escritor amazonense Rogel Samuel, O AMANTE DAS AMAZONAS, publicado em 2005 pela editora Itatiaia, ganhou uma tradução para o espanhol, realizada pela escritora Marta Cortezão. O amante das Amazonas, baseado em fatos reais e históricos, conta a saga do ciclo da borracha, do apogeu e decadência do vasto império amazônico na maior floresta do mundo. De acordo com o autor, cerca de cem volumes foram lidos e mais de dez anos de trabalho foram necessários para escrever essa obra que tornou-se ímpar na literatura brasileira. Desde a sua publicação, O amante das Amazonas tem sido objeto de diversos estudos acadêmicos, entre os quais, podemos citar o livro “Ficções do Ciclo da Borracha: A Selva, Beiradão e O Amante das Amazonas” (Manaus, EDUA/FAPEAM, 2009), de autoria da pesquisadora Lucilene Gomes Lima. Para Lima, “O amante das amazonas rompe com o determinismo enfocado pela estética naturalista, verificado em A selva e Beiradão, desvelando as reais condições sobre as quais se assenta o processo de exploração econômica da borracha: a emergência do capital internacional de conquistar novos mercados para torná-los subsidiários dos grandes mercados, a verdadeira determinante das relações econômicas do ciclo. A obra de Rogel – continua a autora – acumula toda uma herança de percepções e interpretações ficcionais sobre o ciclo e por isso se confronta com as obras de Ferreira de Castro e Álvaro Maia”. Outro estudo importante, e visceral, da obra foi realizado pela professora Neuza Machado reunido no livro “O fogo da labareda da serpente: sobre  o  Amante  das  Amazonas, de Rogel Samuel” (Rio de Janeiro, 2008). De acordo com Machado, “Rogel Samuel ofereceu assim aos leitores de seu romance encaminhamentos seguros sobre a natureza de sua criatividade ficcional, que reputo como autenticamente Pós-Moderna/Pós-Modernista de Segunda Geração. Autêntica, porque há, no momento, inautênticos autores que se fazem passar por ficcionistas pós-modernos, mas que são, em verdade, escritores-mercadores de uma literatura de massa sem nenhum crédito no âmbito da Arte Literária, conceituados pela  mídia enganosa deste momento sócio-intelectual como bons escritores mas visando apenas ao lucro em detrimento da qualidade do texto. O romance  de Rogel Samuel, como um exame teórico-interpretativo-reflexivo pode   demonstrar, ultrapassa exigências comerciais, mostrando-se como uma narrativa de alto nível criativo. (...)”.

Rogel Samuel é natural de Manaus, onde nasceu em 1943, filho de francês com brasileira. Seu avô alsaciano foi rico comerciante de borracha na Amazônia do início do século XX. Seu pai, Albert Samuel, homem de grande cultura, poliglota, navegou por 40 anos pelos rios da Amazônia, autor de “Jaguareté, o guerreiro”. Rogel é professor aposentado adjunto doutor da Universidade Federal do Rio de Janeiro, autor de diversas obras, entre as quais: Crítica da Escrita (1979); 120 Poemas (1991); Novo manual de teoria literária (6.ª edição); Manual de Teoria Literária (14.ª edição); Teatro Amazonas (romance) (2012); Fios de luz, aromas vivo – Leitura de “Retrato de mãe” de Jorge Tufic (2012); Modernas teorias literárias (2014). Reside no Rio de Janeiro.

Sobre a tradutora, Marta Cortezão é amazonense, nascida em Tefé, onde trabalhou como professora da Secretaria de Educação do Estado do Amazonas (SEDUC) de 1994 a 2012 e do Centro de Estudos Superiores de Tefé (CEST/UEA), de 2002 a 2010. Graduada em Letras pela Universidade Federal de Juiz de Fora (UFJF-MG), com especialização em Metodologia e Didática do Ensino Superior (FEC-RO) e mestranda pela UNED/ES. Em 2017, lançou seu primeiro livro de poesias e poemas, “Banzeiro Manso”, do qual vem colhendo bons frutos: em 2018, fez parte do projeto de “Literatura Amazonense” como livro paradidático (9º ano), pelo Centro de Educação SESC – José Roberto Tadros de Manaus/AM, sob a coordenação da Prof.ª Andrea Dore; em julho de 2019, foi objeto de estudo do Trabalho de Conclusão de Curso (TCC) da acadêmica Elenira Melgueiro do Curso de Letras da Universidade do Estado do Amazonas – UEA/AM, sob a orientação da Prof.ª Dr.ª Francisca de Lourdes Louro (UEA/AM) e, ainda em 2019, faz parte de um projeto de pesquisa que analisará o aspecto linguístico do livro, sob a coordenação do Prof. Onison Lopes (SEDUC/AM). Participou de várias antologias nacionais e internacionais, de 2015 a 2016. Atualmente, reside na Espanha. Para 2019 pretende lançar seu segundo livro de poesias “Amazonidades Poéticas”.

Página do autor:
Verbete no Wikipedia:
Fortuna crítica de Rogel Samuel:



EL AMANTE DE LAS AMAZONAS (ROGEL SAMUEL)
TRADUCCIÓN: Marta Cortezão

UNO: VIAJE.

Nos despedimos desde aquella estrecha puerta donde una cancela intentaba cerrarnos el paso bajo aquella nostálgica aurora de pómulos rosáceos de las Navidades de 1897 – fue laúltima vez que vi a mi madre – en presencia de todos los que allí estaban y de quien no quiero recordar, en el pueblo de Patos en Pernambuco, de donde partí con apenas dos mudas de ropa en la maleta, amarrada, cosida, con um cosmorama donde se veían los paisajes de Manaos, Belém, París, Londres, Viena y San Petersburgo.

Vine cabalgando una mula en un convoy de lana por la Borborema, y tres días después estaba en Timbaúba de Mocós, cabeza de línea de hierro y punto de reunión de troperos del desierto de Paraíba y de Río Grande do Norte. Fue allí donde me pusieron dentro de un tren en dirección a Recife, en Brum, donde encontré un albergue cerca del Embarcadero de la Linguetay allí me hospedépor cinco días hasta que embarqué en el Alfredo, con destino al Amazonas: yo era apenas un adolescente.

Viajé aquel día y al siguiente amanecimos en Cabedelo, el embarcadero estaba lleno de gente ansiosa que recibía combatientes de Canudos , Monte Santo y Favela, de la Travesía de Uauá . Hubo alegría pero mucho más llantos y gritos. Y no nos demoramos, que de allí partimos hacia Natal, donde los emigrantes esperaban aquel navío para huir al Amazonas. Además de los quinientos soldados de la Policía del estado de Pará, se acomodaba en las bodegas del navío todo el 4° Batallón de Infantería que, sin bajas, entero, volvía de la guerra. En Fortaleza el comandante Bezerra estaba obligado a aceptar, acoger y albergar una lista, leída en voz alta, de más de seiscientas víctimas de la sequía que desde1879 veníamos retirando periódicamente al Río Amazonas. Dentro del navío el entrenzado de hamacas era asustador, ya no cabía siquiera una pequeña jaula de cerdos, así que toda aquella horda apiñada olía a podrido, sudor, estiércol de ganadería y orina. Hubo robo, borrachera, violación, pelea, apuñalamiento y muerte – un padre pegóa puñetazos a un hombreal que sorprendió con su hija entre las bolsas de estiércol; otro, borracho, se meaba allí en el suelo mientras la orina escurría hasta en el suelo donde muchos se dormían; y para colmo, un hombre defecó sobre un cesto de mimbre con gallinas, aliviándose bajo la luz de un candelero amarillo lleno de moscas. Era un soldado.

Pasamos del Faro de Acaraú  todavía dentro de aquel sótano pestilente y paramos en Amarração para tirar en las oscuras aguas los cadáveres, um recluso y dos pasajeros cubiertos de viruela. Siquiera nos acercamos a Tutoia, atracamos en São Luís donde el Alfredo fue cercado por pequeños botes, canoas y se transformó en una gigantesca feria flotante, allí todos los vendedores de camarón frito, dulcesy frutas subíana bordo. No fue para nada un viaje placentero. Y después de desataviado, despachado, el Alfredo prosiguió navegando lentamente a lo largo del río hacia Belém, y al caer la tarde se moderaba la marcha para dejar subir al práctico de alto bordo de la Barra do Farol, mientras el Alfredo franqueaba el estuario del río Amazonas y, a la orden del timón, se adentraba en el gran río de luces encendidas, que era noche cubierta de estrellas a pesar de todo.

Fue en Belém donde me hospedé en aquel hotel que se llamaba Duas Nações porque era propiedad de un portugués y de un español. Pero había que esperar un mes por el Barão do Juruá para seguir el viaje hacia el Amazonas y mi dinero se acababa, tuve que dormir al aire libre, expuesto a la humedad de la noche, así ahorraba para la comida,y además ya debíalos billetes del viaje al propietario y señor de cauchal, que me los había anticipado.

Pero, embarcado, si no tuviéramos contratiempos, llegaría a Manaos en seis días de viaje a ocho millas por hora. Dos días más tarde pasaba por la Boca do Purus, cinco días después de entrar en la Foz  do Juruá. ¡Cómo tardábamos en llegar a nuestro destino! ¿Pero por qué, si navegábamos día y noche? En la Foz do Juruá, el Río Amazonas mide 12 km de ancho, y pájaros de vuelo corto (el jacamim, el mutum, el cojubim ) no consiguen atravesar y se mueren de cansancio, ahogados en el fondo de las olas pinceladas de amarillo de la travesía. En ocho días de navegación por el Juruá llegábamos al Río Tarauacá y atracábamos en São Felipe,  una villa bonita y ordenada de cuarenta y cinco casas. Nueve días después entrábamos en el Río Jordão, donde el Barão nos dejaba para que el viaje siguiera em canoa por el Igarapé Bom Jardim, subiendo y encontrando nuestro límite y destino, la punta de nuestro nudo, el término, el marco extremo de nosotros mismos, el más lejano e interno del orbe terrestre – llegamos finalmente al Igarapé do Inferno, límite donde se encontraba el fin del mundo, y envuelto en el peso de su sorpresa y fama, el legendario, el mítico, el infinito Cauchal Manixi – cuarenta días después de mi partida de Belém, tres meses y cinco días desde mi partida de Patos.

Pero no dije que venía en búsqueda de tío Genaro y de mi hermano Antonio, acomodados en el Manixi. No. Porque ellos habían sido trabajadores caucheros del Río Jantiatuba, en el Cauchal Pixuna, a 1.270 millas de la ciudad de Manaos, donde años después naufragaría el Alfredo. Ellos frecuentaron el Río Eiru, en una casi prolongación del lago, y de allí ellos partieron en chata, barco y galeota hasta el Río Gregorio, donde trabajaron para los franceses, y de allí siguieron hacia el Río Mu, hacia el Paraná  da Arrependida, serviciales libres que eran, subiendo el Tarauacá hasta el punto en donde dicen fuemuerto el hijo de Euclides da Cunha, que era el delegado en una sublevación de caucheros. Después viajaron y se fueron al Riozinho Leonel, de allí siguieron por el Tejo, por el Breu, por el hermoso Igarapé Corumbam – ¡el magnífico! –, por el Hudson, por el Paraná Pixuna, el Moa, el Juruá-mirim hasta el Paraná Ouro Preto donde, a través del Paraná das Minas, entraron por el Amónea, llegando al Paraná dos Numas, cerca del Paraná São João y de un brazo del río sin nombre que va a dar a un lugar desconocido. Y allí fue donde encontraron el barco que seguía hacia el Igarapé do Inferno y que los dejó en el Manixi, en el Acre , donde, acosados por el dueño del cauchal, amansaron.

Y os digo (que todo este libro es la confesión de mi vida) que pronto sentí, en aquel momento, Genaro y Antonio ansiando por volver a su árida tierra, porque la crisis de la vida amazónica se agravaba, y eso que las condiciones de los caucheros empeoraban en los tiempos de mis parientes en aquel duro trabajo de extraer el caucho de la mata sin ningún provecho.

Quizás no me comprendieron cuando me vieron. Yo flaco, mirada hundida bajo unas melenas de pelo castaño que tenía, abandonado, surgido como una aparición en el banco del cobertizo (lo recuerdo bien, caía uma oscura y procelosa tempestad, el resplandor de los relámpagos cortaba el oscuro de la noche y el sibilante viento soplaba con furia) ¡oh, no! ni me reconocieron (estaría yo allí de testigo de la mala suerte de ellos), ni me aplaudieron, tal vez me odiaban. ¿Pues no se habían marchado ellos también de jóvenes, hace más de diez años, y de mí guardando el amarillo recuerdo del niño de ropa sucia de agua colada? No se reconocieron en mí, la fiel personificación de aquel momento desgarrador de las esperanzas, allí delante de ellos, alto, sonoro y significativo nombre de una noticia más de crisis que venía a dar en aquella patria de las malas noticias, en aquel lugar siempre en principios, en el recomienzo de una queja que ya se prolongaba por tantos años, dispersando, por todos los lugares, nuestra desgraciada familia, que ni conocí y que ni sé si aún viven, uno se fue a São Paulo, hecho soldado; y otro, teniendo talento en las piernas, se fue de súbito hacia Belém, volviendo después por el Piauí, pasando por la Serra Grande hasta Teresina, seguido por Maranhão hasta Goiás, hombre de pie suelto que era, para luego subir el Tocantins hasta Bahía donde finalmente desapareció y de donde no nos dio ninguna noticia más pues acabó en la leprosería de Paricatuba (“Tengo fe en el hombre que come y anda armado. Crea talento y coraje. ¡Con la tripa llena, una arma de fuego en la espalda y un cuchillo afilado en la vaina del cinturón llamo cualquier boca de fiera!”, eso nos dijo él en el día de su partida); el otro –  ¡ah! –, era el más viejo, flaquito y pequeño, moría de hambre con no abandonar a la vieja madre (ella lo amaba más que a todos, mi madre murió dos años después de mi partida. Ella me despreciaba, sé que me odiaba, sé que me maldecía en la hora de su muerte); y nuestra hermana, bella, sumisa, la más pequeña, abandonada por su marido para hacer la vida en la Vila de Santa Rita con los troperos de la región, y así ganaba para escapar del hambre del mundo mientras la tierra marchitaba asolada poru na gran sequia: sí, nuestra família entera, jodida y destruida, así que después vi que estaba solo, conmigo mismo, en el horror de Dios.

Pues no dijeron palabra. Se recogieron en sí, y yo aún durante mucho tiempo sentado en la oscuridad, llorando en el abandono y soledad. A mis pies la maleta de amarrado empapada dela lluvia. Y yo quise volver, y no estar allí. Y no quise haber venido. Pero no tenía camino de vuelta. Y nunca más volví.

Y poco a poco empecé a hacer aquellas cosas propias de aquél lugar, como cocinar y limpiar lacabaña, pescar y recoger frutas para no pasar hambre. Y como yo ya tenía una deuda con el patrón del Cauchal Manixi que ni siquiera conocía, tuve que darme prisa para recoger el caucho. Prisionero de las colocaciones, luego seguí el camino con el recogedor de estaño, para hacer el trabajo de ahumado con el ouricuri , lascas de madera (maçaranduba y acabu), para crear mis propios cilindros de caucho ahumado. La leche se volvía negra a mi contacto.¿Con tanta tierra que hay aquí, no se cultiva nada? ¿Sólo se recoge el caucho? ¿Se produce apenas para el consumo? Y no me hablaban, y no me enseñaban, como que me ignoraban, ni siquiera los dos se hablaban entre sí. Se habían vuelto bichos, y no creo que supieran hablar. Llegaban por la noche cansados, mudos y sucios, comían y dormían oliendo mal. Y por la madrugada otra vezpartían hacia los caminos estrechos del bosque espeso, movidos por un interno aparato de cuerdas, como marionetas mecánicas, una y otra vez, yo no sabía hacia dónde, yo no sabía para qué.

Pero aprendí a herir el árbol, a ahumar el caucho, a apilar los cilindros ahumados, a oír aquel permanente ruido de gorgojo oleoso del hervidero de las aguas oscuras del Igarapé do Inferno (que hasta hoy lo escucho y sé que voy a escucharlo en este fin de destino a la hora de mi muerte).



Leia a tradução completa de O AMANTE DAS AMAZONAS aqui:

2 comentários:

ROGEL DE SOUZA SAMUEL disse...

COMO SEMPRE SUAS POSTAGENS EXCELENTES.... USEI SUA FOTO... OBRIGADO, ROGEL SAMUEL

Marta Cortezão disse...

Excelente texto sobre o "Amante das Amazonas", que é uma obra ímpar da Literatura Brasileira. O processo de tradução da obra foi feito com muita seriedade e minúcia, lado a lado com seu autor. Obrigada, Alma Acreana, pela divulgação.